Si hasta ahora la tendencia Y2K se concebía como la gran religión de la moda que influenciaba gran parte de las corrientes estéticas, durante las últimas temporadas, hemos podido ver cómo todos esos códigos canalizados por el efecto dos mil se diluían poco a poco para dar paso a siluetas noventeras o patrones clásicos que proyectan una nueva era minimalista presidida por la estética “old money”.
Las nuevas generaciones han caído así bajo el hechizo y la magia de esa estética elitista ensalzada por una serie de referencias de corte preppy, en las que podría entrar asimismo otro tipo de microtendencias como el tenniscore. Todo un universo nostálgico que divinizaron iconos de la moda como Lady Di o Jackie Kennedy, como máximas representantes, vistiendo esa moda chic, clásica y elegante con la que se encumbró el “old money”, como concepto relacionado con la dinastía y/o con la riqueza generacional.
Esa obsesión por el estilo “old money” se vislumbra ahora desde la esfera virtual con más de 4.000 millones de visitas en TikTok, para vincularse paralelamente al minimalismo predominante en la moda actual, así como a ese nuevo lujo conformado por siluetas estructuradas y elegantes que han subido al estrado de la pasarela FW23 algunas firmas como Loewe, Givenchy, Saint Laurent o Prada.
LA SOFISTICACIÓN DEL LOOK
La sofisticación del look se convierte ahora en el patrón a seguir a través de esa especie de arquetipo aristocrático suspendido en un imaginario infinito de faldas plisadas, chalecos de punto, blazers o mocasines asociados al estilo de las grandes casas del poder estadounidense o a las universidades de culto de alrededor del mundo.
Esta estética esnob asociada a títulos nobiliarios o linajes aristocráticos, eclipsa entonces ahora todos esos destellos de brillo y maximalismo evocados por el efecto Y2K, para ensalzar outfits enfundados en abrigos largos, maxifaldas elegantes o polos abotonados con los que reflejar un poder adquisitivo elevado, en muchas ocasiones, inexistente.
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