Retroceder en el tiempo es darse cuenta de que la sostenibilidad hace unos años estaba ligada a una serie de valores y prácticas ecológicas reales, no de marketing. En medio de la actual transición (y revolución) eco-futurista en la que las firmas intentan transformarse para hablar el lenguaje de nuestro tiempo, subyace y florece el greenwashing, contaminándolo todo. Detectar ese engaño como policías de la moda no es nada fácil, pero existen una serie de señales reveladoras y/o red flags del eco-blanqueo que podrían ayudarte a logarlo.
Infinidad de etiquetas ambiguas, envases plastificados y eufemismos envuelven todas esas prendas de firmas autodeminadas como sostenibles. Y es que, preocuparse por el impacto medioambiental de un producto parece haberse convertido en una tendencia en la que se ficciona una vez más una realidad inexistente. Pero, ¿quién dentro de esa vía láctea de la moda circular está realmente haciendo el trabajo y quién el lavado verde? Te damos una serie de pistas para diferenciarlo.
Esa ambigüedad y promesas “vagas” que rodean el producto pueden ser una señal de que la firma está blanqueando el mensaje. Frases como “utilizamos materiales más sostenibles” o “reducimos nuestro impacto” carecen de significado si no aparecen descritos realmente los tejidos empleados o de qué manera están reduciendo el impacto. Además, que se etiqueten como productos veganos, no significa que sean sostenibles. Pues están fabricados con alternativas sintéticas al cuero o la piel como el petróleo.
OVERCONSUMPTION: EXTINCTION
Otro de los trucos para detectar el eco-blanqueo es dirigirse a la web de la firma y hacer un experimento instantáneo. Empezar la búsqueda de la colección sostenible y el número total de productos, que suele estar al final de la página, y que pondrá algo así como “mostrando 20 de 1000 productos”. Después, dirigirte a la página de toda la ropa y fijarte en el número total de productos. Si supera con creces el de “sostenibles”, llevaría a replantearnos si la marca tiene realmente recursos para fabricar productos a un menor impacto, por qué no lo hace lo mismo con el resto.
Lanzar comunicados vacíos se convierte en otro de los mantras de las marcas e indicios del greenwashing. El declarar el uso de materiales reciclados u orgánicos o reducir los residuos es importante. Pero lo es aún más el no sobreproducir. Esa dependencia a la sobreproducción se levanta como la auténtica red flag. Muchas firmas se niegan a revelar cuánto fabrican, aunque se destapen por el camino las cifras de los grandes sobreproductores: SHEIN con 314.877 millones de unidades al año o Mango con 158 millones. ¿Dónde está entonces el compromiso de producir menos?
ALCANCES Y EMISIONES
La sostenibilidad puede estar vinculada muchas veces a una narrativa compleja, en la que desconocemos sus términos, alcance y conceptos. Como las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En este sentido, habría que diferenciar los tres tipos. Las de alcance 1, que son las emisiones directas de las fuentes que están controladas por una marca, como las tiendas, oficinas o la sede central. Las de alcance 2 procederían de la electricidad, el vapor o la calefacción para nuestros hogares; mientras que las de alcance 3 abarcarían desde los desplazamientos de los empleados y el transporte de mercancías (huella de carbono) hasta las fábricas que elaboran los productos o las granjas que cultivan el algodón.
En la moda, el Alcance 3 representa la mayor parte del impacto medioambiental. Y aunque resulte imprescindible reducir esas emisiones, la realidad es que las marcas, por lo general, sólo prometen las de alcance 1 y 2: otro de los indicios que declinan el poder abanderarse con la utopía de la sostenibilidad.
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