En ese proceso de reinvención y adaptación por parte de la industria cultural, parece que empezamos a ver algo de luz después de toda la oscuridad. El sábado 27 de marzo el tiempo se paró el tiempo para retroceder al pasado e instalar en Barcelona el mayor concierto europeo celebrado desde el inicio de la pandemia.
Entre las restricciones del coronavirus en aumento por bloquear una nueva ola, el sector musical busca maneras de devolvernos la música en vivo y de hacernos bailar como antes. Aunque sea con una prueba covid de por medio.
El sábado, cinco mil asistentes se reunieron en el Palau de Sant Jordi de Barcelona para volver a vibrar en un concierto liderado por Love of Lesbian. El mismo día por la mañana, se pidió a todos los asistentes que se sometieran a una prueba de detección del coronavirus. Los que dieron negativo, recibieron un mensaje que validaba sus entradas para el show.
Durante el concierto, se permitió a los aficionados mezclarse libremente (con mascarilla incluida) como en la época pre-Covid. Esta prueba servirá como ejemplo para los siguientes eventos en la industria cultural, como ya hizo Alemania el verano pasado. Los resultados positivos en su momento ilustraron un bajo riesgo con una propagación del virus ínfima. ¿Volveremos a los conciertos antes de lo que nos esperábamos?
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