La amistad dentro del capitalismo se convierte en un acto radical, en una especie de inversión o sacrificio del que obtener algún tipo de rendimiento a medida que la sociedad se vuelve cada vez más individualista. ¿Será el amor nuestra salvación?
Esa cultura del individualismo extremo, extendida del pensamiento neoliberal, es la que está haciendo que la creación o la apreciación de relaciones interpersonales sea cada vez más difícil. A que éstas muchas veces acaben disolviéndose por una serie de factores que han conmovido y/o afectado, sobre todo, a las nuevas generaciones. Desde la precarización o la cultura de la explotación en los trabajos “progresistas” o creativos, hasta la sensación de soledad o de aislamiento, que en muchas ocasiones está conectada crónicamente a la epidemia de la ansiedad contemporánea.
El hecho de vivir (o sobrevivir) en base al culto a la productividad dentro de un sistema trabajocentrista, al fin y al cabo, nos lleva a organizar al milímetro toda nuestra vida, incluso los aspectos sociales, desencadenando la destrucción emocional o la separación con determinadas personas.
Ese enfoque hiper-individualista es el que precisamente hace que nuestros círculos sociales sean cada vez más pequeños, y que, a su vez, nos sintamos más solos que nunca. Que nos encontremos inducidos en una profunda tristeza colectiva, mientras persiste esa constante necesidad de socializar o de estar eternamente conectado, pero, sobre todo, de no dejar de producir en ningún momento.
LA EPIDEMIA DE LA SOLEDAD
Las cualidades básicas que podrían definir una relación sólida, como el hecho de compartir problemas, ayudarse o pasar tiempo con otra persona, parecen diluirse cuando, más allá de no disponer del tiempo material para hacerlo, por cuestiones como nuestras incesantes vidas laborales, no contemos con la energía o la capacidad mental para poder estar en sincronía o en equilibrio emocional en esa amistad. Muchas veces empatizar con el dolor o los problemas de los demás es difícil cuando tienes que sobrellevar los propios, o cuando esa amistad no “beneficia” para tu salud mental.
En este sentido, en TikTok ya existe la tendencia del «dumping traumático«: una palabra de moda que critica el hecho de compartir en exceso los problemas o las emociones con las personas que nos rodean. Llegados a ese punto, ya sólo nos queda proyectar a la gente o a los usuarios online una serie de gestos superficiales a través de las redes.
Al final, el capitalismo estructural nos está sumergiendo en la creencia de que el trabajo, más allá de ser necesario para la producción económica, conforma gran parte de nuestra identidad, cuando tan sólo es una parte de ella, y muchas veces incluso mínima. Se conforma entonces esa narrativa o pensamiento que, habiendo calado profundamente en la sociedad, deriva en el aislamiento social y en concebir las relaciones sociales como vínculos carentes de utilidad.
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