La cultura del hype, como la energía y Rosalía, también se transforma. Dicha evolución subcultural del streetwear, y su vinculación a la obsolescencia, ha visto asimismo cuestionada su reputación y validez en una nueva era en la que ser hypebeast ya no es ser cool, si no producto de meme.
Las raíces de esta transición hacia una nueva cultura del hype han florecido en forma de conceptos actualizados interpretados en los últimos episodios co-protagonizados por Swatch x Omega o Supreme x Burberry. Ideas que derivan en que toda esa euforia y culto al drop está mutando de la mano de las nuevas generaciones como agentes del cambio.
La colaboración entre Swatch y Omega pareció reactivar toda esa vorágine de desenfreno a la que estábamos acostumbrados hace unos años cuando Supreme lanzaba una box tee. Colas de cientos de personas nos recordaban a los tiempos de las acampadas, las peleas y las listas en las puertas de las tiendas para adquirir un producto del que, más allá de la pieza en sí, lo que se vendía era la emoción, la pertenencia a una comunidad y la exclusividad.
En este sentido, este formato neo-capitalista llevó al dúo colaborativo a ofrecer al público precios extremadamente bajos con un stock muy limitado, reavivando esa corriente y adaptándola a los nuevos tiempos. Una cultura del hype ahora venerada por un público mucho más exigente y con nuevos valores asociados a la cultura de la calle y al nacimiento del nuevo lujo.
Previamente a este resonado drop, la colaboración de Supreme y Burberry nos trasladaba asimismo a escenas de hace varios años atrás, con una intervención policial frente a la tienda de la marca en Nueva York para calmar a los ultras del hype. Un throwback en el tiempo que se convierte a día de hoy en un caso aislado tras una metamorfosis generacional y de mercado en el que firmas como Palace o Supreme han perdido su encanto y atracción original.
Ahora, esas ganas por pasar horas frente al ordenador para copar un producto parecen ir diluyéndose para centrar esa atención en algo más trascendental que un logo. Y es que, las generaciones que están evocando el cambio a un nuevo paradigma del hype, están precisamente produciendo esa transición porque ellos mismos la están experimentando en primera persona.
Si la comunidad streetwear está ahora saturada y cansada de los drops y los raffles, la misión de las firmas sería reavivar esa llama del hype que parece que nunca llegó a apagarse del todo. En ofrecer nuevas formas de vinculación e interés por el producto, dejando de lado esa venta de emociones inexistentes e ideas vacías a un público más crítico y revisado socio-culturalmente.
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