El diseñador español entremezcla con maestría el folclore y las texturas de los vestuarios tradicionales con elementos contemporáneos para conseguir un resultado único.
La firma de Miguel Becer nos regala una propuesta que es puro statement: su marca, ya consolidada tras más de una década reinventando el armario moderno , sigue fiel a sus raíces sin dejar de mirar hacia adelante. Como un alquimista del diseño, Becer busca «resolver las prendas con simplicidad, pero siempre añadiendo ese toque de fantasía, adornos que rozan lo caótico». Un caos que, lejos de desbordarse, está milimétricamente contenido por materiales modestos que juegan con la percepción: punto jersey, punto roma y denim, ofreciendo una usabilidad que parece compleja, pero que es tan cómoda como inesperada.
Esta colección no se queda corta en diversión. Los códigos icónicos de la firma —las cremalleras estratégicas en la espalda y los sistemas de cierre inspirados en la corsetería clásica— permanecen como guiños sofisticados, redefiniendo la sensualidad sin caer en clichés. ¿El resultado? Un ejercicio de estilismo minimalista pero con un atractivo visual único.
La propuesta SS25 destila una energía nostálgica con sabor a indie-sleaze, ese glam decadente de principios de los 2000 que revive con frescura en cada pieza. Una oda a la juventud, un tributo a esa sutileza rebelde que recuerda las bufandas de rayas, las minifaldas con cierres de cordón y los polos que flirtean descaradamente con la estética de la Ivy League. Todo esto encapsulado en un trabajo meticuloso que revela, pieza por pieza, el proceso de creación detrás de cada look.
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