Marc Jacobs volvió a ocupar la New York Public Library para presentar su colección AW25, en un desfile de apenas cinco minutos que, sin embargo, no pasó desapercibido. Mientras la mayoría sigue explorando los códigos del “quiet luxury“, Jacobs eligió todo lo contrario. Proporciones exageradas, estilismo teatral y una puesta en escena llena de artificio.
La colección fue una evolución de su lenguaje habitual, con un giro más oscuro. Si la temporada anterior las referencias eran más cercanas a las Polly Pockets, esta vez las muñecas parecían salidas de un baúl antiguo. Encaje lila, lazos planos en tamaño XXL, pantalones cargo amplificados y siluetas deliberadamente distorsionadas.
El primero de los looks, una blusa de encaje sobre pantalones gigante, marcó el tono desde el principio. El trabajo con volúmenes fue fundamental. Denim blanco con formas cuadradas, mangas abombadas en forma de corazón y vestidos con apliques. El cuerpo también se transformaba con espaldas acolchadas y corsetería hecha con sujetadores superpuestos.
El estilismo llevó todo un paso más allá. Las modelos se desplazaban por el mármol de la biblioteca con plataformas tan altas que desdibujaban la silueta y desafiaban el equilibrio. Las proporciones eran extremas tanto en ropa como en calzado, y no había ningún intento de disimularlo.
Entre las manos de algunos asistentes de primera fila del Marc Jacobs AW25, apareció discretamente el nuevo bolso de la marca, “The Cristina”, una pieza en forma de U arrugada. Un gesto silencioso que recalca que Marc Jacobs no pierde de vista el objeto de deseo, incluso cuando explora un lo más conceptual.
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