No hay aficionado a la moda que no esté familiarizado con el siempre espectacular despliegue de brillo y exageración del lujo del diseñador alemán. Swarovski es su apellido y la controversia su filosfía.
Hoy copa los armarios de celebs del calado de Naomi Campbell, Floyd Mayweather, Chris Brown o Irina Shayk, pero en los inicios de su firma, la industria no le recibió bien precisamente.
Con un pasado como diseñador de interiores, su incursión en la moda comenzón en la Bread&Butter Trade Fair de Colonia allá por 2001 con piel de cerdo impresa y una mesa. Tras darse cuenta que dicho material era demasiado gordo para utilizarlo en sofás, decidió forrar una mesa con él y presentarla en la mencionada feria germana. Obtuvo un millón de euros tras un año produciéndola. Con los retales de la piel usada en la mesa fabricó carteras y bolsos, obteniendo unos 100000€ al cabo de tres días de venta. No había vuelta atrás. Inmediatamente se puso a rediseñar bombers militares con sus famoss cristales de Swarovski y las calaveras. Había nacido Phlipp Plein.
La moda le eligió a él y se dispuso a iniciar esta nueva aventura en dicho mundillo. En sus propias palabras «el mayor lujo para mí es la habilidad para llevar a cabo mis sueños. No importa si el sueño es una silla, un vestido o una casa. Tocar y sentir algo que ha existido sólo en tu mente es brutal. Encontré éxito en la moda y por eso me quedé»
El creativo alemán es al que debes acudir cuando quieras montar un verdadero espectáculo. Cada temporada, los asistentes a sus shows de FW disfrutan de una exhibición de música, moda y fantasía.
Te puede gustar su trabajo o lo puedes odiar. A Plein le importa un carajo. Su amor por el brillo y su condición de chico malo de la indstria de la moda ha puesto su nombre en letras bien grandes y brillantes en la agenda de cada editos, blogger y celebrity en busca de una experiencia totalmente rompedora en este universo siempre cambiante.
Su falta de experiencia en la organización de un fashion show no le detuvo a la hora de querer reventarlo en cada presentación desde el primer instante. Jaulas de boxeo, parques temáticos de aspecto infantil, robots desfilando por la pasarela, monster-trucks destrozando coches dorados en medio del lugar… Cualquier cosa que puedas imaginar, ya le ha dado una vuelta de tuerca. Plein es plenamente consciente de la importancia de los que deben ocupar los asientos del front row.
Está convencido de que hoy en día es mucho más relevante contar con Kim Kardashian (@kimkardashian) y sus 107 millones de seguidores en IG en todo el mundo que la jefa de la moda Anna Wintur, de Vogue EEUU, cuya publicación leen 1.2 millones de americanos. Su visión es completamente diferente a lo que las casa tradicionales tienen en mente. En la mente de Philipp (@philippplein), Wintour es un dinosaurio que, una vez extinto, arrastrará a sus colegas editores jefes a la oscuridad, perdiendo su influencia y poder en beneficio de los nuevos líderes del mundo de la moda en este paradigma digital. Amén.
Influenciado por su compatriota Jil Sander (@jilsander), Plein se enfocó en los clientes y hacer el máximo de pasta posible con su marca. Los fashion shows o cualquier cosa que no esté relacionada con los negocios no es una prioridad. Su transparencia al comentar que no trae nada nuevo a la industria, que simplemente se deja llevar con la corriente, aunque imponiendo su visión demuestra lo claro que lo tiene. Su principal objetivo es exponer el lifestyle asociado a su firma en sus desfiles por encima de las propias prendas. Todo gira en torno a lo que representas y cómo quieres que el resto te mire.
Es consciente de que viene de la nada y que ha hecho el ruido que quería para poner su nombre entre las compañías más importantes del mundo y, por ende, ser parte de ese universo en el que todo gira en torno a los sueños. Philipp Plein es una firma totalmente independiente no sólo de los grandes grupos de moda, como también de los bancos. El diseñador residente en Lugano no se esconde a la hora de hablar de como su negocio se financia solo y como está creciendo más rápido que ninguno en el segmento del lujo. Lo tiene muy claro en lo que respecta a elevar su marca al siguiente nivel sin ayuda.
Su reciente polémica en Instagram con el CEO de Ferrari Louis Camelleri demuestra que mejor no atacar a Plein. La compañía italiana de cochazos declaró que no tenían nada que ver con el estilo de P.P. y que la imagen del Ferrari del diseñador con una de sus zapatillas en el capó es inaceptable para el prestigio del Caballino Rampante. Recibió una carta de los abogados de Ferrari exigiendo que retirara las imágenes en un máximo de 48h o tomarían represalias legales. Obviamente Philipp se encargó de mandarlos a tomar por culo públicamente.
Philipp Plein siempre ha sido muy transparente con todos los temas que ha abordado. Su figura musculada y sus brazos tatuados son la representación perfecta de su figura de tipo duro. Estás en su equipo o no, no hay medias tintas para él. En su firma todo gira en torno al nombre, la emoción de pertenecer a determinado modo de entender la vida y el lujo, es sobre ser sexy, el empoderamiento. Tiene ese aire chulesco, su autoestima está alta como el Monte Fuji y su determinación es lo que le impulsa en cada aventura en la que se embarca. Por eso artistas como Alec Monopoly (@alecmonopoly) o celebs como Mayweather se sienten atraídos por su aura. Respiran el mismo aire.
Aunque su visión de la industria va ligada a la mentalidad de este siglo, también está convencido de la importancia de las experiencias en espacios de ladrillo y cemento. Online es necesario, pero offline es indiscutible. Los clientes de la moda de lujo necesitan tocar, oler y sentir los materiales, los cortes, todo antes de sacar su dinero a pasear. Con más de 70 flagships en lugares como Via Montenapoleone en Milám, Madison Avenue en NY o Nevsky Prospect en San Petersburgo, este muniqués recibió el rechazo absoluto de la Camera Nazionale della Moda de la capital lombarda, que le impidió en unos inicios participar en el programa oficial de Milan Fashion Week. Después de ganarse el respeto de la prensa, logró entrar en 2015. El resto es historia.
No importan los altibajos que pasó la firma y el propio Philipp porque el tiempo y la constancia le acabaron dando la razón. Sus diseños son deseados en todo el mundo por celebs de lo más variopinto y también por clientes anónimos. Su establecimiento en la industria parece claro y sus cristales de Swarovski y sus calaveras han conquistado pasarelas y editoriales a pesar de la falta de fe mostrada en sus comienzos.
Philipp Plein es brillo y diversión, oscuridad y sexiness, fantasía y determinación. Pero sobre todo, es obvio que su resplandor no viene exclusivamente de sus diseños con Swarovski.
La moda necesita un poco de locura. La moda necesita el rock n roll de Plein.
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