Aunque los mitos sobre el sexo anal están bastante extendidos, muchas personas lo consideran una parte habitual de su rutina sexual. Te contamos la evolución de su práctica a lo largo de la historia.
Aunque no hay una etapa exacta registrada en la que se empezara con esta práctica, existen evidencias que la remontan a civilizaciones antiguas como Grecia y Roma, donde a veces se practicaba como método anticonceptivo o para evitar el embarazo. Sin embargo, también se asociaba a menudo con la vergüenza y la humillación, utilizándose la penetración anal como castigo para las personas esclavizadas o como forma de humillación en la batalla.
Con el tiempo, las actitudes y las opiniones hacia el sexo anal empezaron a cambiar, y algunos grupos religiosos lo aceptaron como una forma de placer dentro del matrimonio. Sin embargo, no fue hasta la revolución sexual de los años 60 y 70 cuando se habló más abiertamente del sexo anal, y algunos colectivos feministas lo adoptaron como una forma de cuestionar los roles de género y las dinámicas de poder tradicionales.
A pesar de esta mayor apertura, el sexo anal seguía siendo un tema tabú para muchas personas, a las que el miedo a sentir dolor, las lesiones o el estigma social les impedía explorarlo como un camino hacía el placer. Sin embargo, la promoción de una cultura más positiva hacia el sexo ha permitido desmitificar el sexo anal y a hacerlo más accesible y atractivo. El aumento de las marcas de juguetes sexuales y su discurso también han ayudado en esta apertura.
El ano está repleto de terminaciones nerviosas sensibles, más que casi cualquier otra parte del cuerpo, exceptuando el clítoris. Es básicamente una zona de placer para todos los implicados. También está el hecho de que el nervio pudendo (que se encuentra en el perineo, la zona entre el ano y el escroto o la vulva) sólo representa el 20% de nuestra capacidad motora y el 80% de la sensibilidad.
Para las personas que tienen vagina: entre este órgano reproductor y el ano hay una fina pared. Y cuando practica sexo anal, se ejerce presión sobre esta pared, lo que aumenta la capacidad de estimulación del punto G. Y, ¿Qué es el punto G? Es una zona erógena que, cuando se estimula, puede provocar orgasmos muy placenteros. Además, la base del clítoris se extiende hasta el ano, lo que significa que la estimulación del clítoris es muy posible durante el sexo anal.
Para las personas con pene que practican sexo anal: Cuando se trata de hombres practicando sexo anal, es una sensación que la vagina no puede imitar. El ano tiene menos elasticidad, lo que crea una sensación de mayor tensión para el pene. También se ha relacionado con sentirse más dominante, tener el máximo control y participar en prácticas pervertidas y tabúes, lo que resulta excitante para algunos.
Muchos hombres heterosexuales creen que recibir cualquier estimulación en esta región tiene implicaciones homosexuales. Esto es complemente falso. De hecho, los hombres cis que practican esta actividad sexual pueden disfrutar de una estimulación prostática y de erecciones más gruesas y fuertes. También puede provocar un tipo diferente de orgasmo.
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