La marca coreana Sundae School erige por primera vez al estrado de la pasarela una colección de alta costura envuelta en su identidad “smokewear” y en todo su universo alternativo, verde y vaporoso.
Dae Lim, el director creativo de la firma de cannabis artesanal, presentó la serie titulada “Let There Be Light” durante la primera celebración legal de la marihuana el 4/20 (20 de abril) en Nueva York, bajo una omniosa nube de niebla sobre la que se fueron desvelando las piezas para fumadores de alta costura.
La noche del 20 de abril, la marca de «smokewear» adentró su imaginario en The House of Cannabis para exponer esta colección con la que representa una especie de oda a Nueva York, como la primera ciudad que «dio luz» a Sundae School: un escenario ecléctico y libre en el que estrenaron la marca.
«Empezamos a trabajar en la marca en enero de 2017 en Seúl y lanzamos nuestra primera línea el 4/20 en el Soho. Era una obviedad celebrar nuestro sexto cumpleaños y el primer 420 legal en la ciudad que nos crió con la comunidad que nos acogió por primera vez. Personalmente, Nueva York fue la primera ciudad a la que emigré desde Seúl. Me ayudó a dar forma a mis puntos de vista y a entender de verdad lo que significa la diversidad, no sólo definida por la raza, la etnia, el sexo o las preferencias, sino también por la perspectiva, las ideas y las identidades», expresó el director creativo acerca de este tributo textil a la Gran Manzana.
UN CRUCE DE PERSONALIDADES DE NY
«Let There Be Light» se convirtió en toda una experiencia multisensorial con proyecciones de luz psicodélicas, en la que se presentaron looks de alta costura cannábicos creados para representar formas especiales en los que los neoyorquinos “encuentran su luz”. 20 looks diferentes con los que el director creativo representó monumentos clave o personalidades neoyorquinas: desde transeúntes en pleno «high» hasta la Estatua de la Libertad vestida con una corona de vaporizadores Pax, un microinfluencer de Depop o una bolsa de basura de Wall Street.
Sundae School trasladó así a la pasarela todo ese enclave irónico en el que se cruzaron infinidad de personajes neoyorquinos influenciados por la cultura coreana y la confección de prendas de estética camp y kitsch.
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