Cada semana es tendencia una prenda, un color, un accesorio, un print, un tejido o unas sneakers que llevan detrás infinitos sellos de marketing. Se trata de un nuevo radar en una industria en la que todo es válido: la anti-moda y la moda, y en la que todo fluye más rápido que nunca.
Hablamos de una escena que ya no está delimitada únicamente por 2 temporadas, si no por el drop, por las colecciones crucero, por los ‘pre-falls’, por la moda de la pasarela ready to wear cuando se baja del estrado (teniendo en cuenta que las colecciones SS19 ya se pueden comprar) que genera un círculo vicioso que -aparentemente- ya no tiene límites. Una droga generalizada que hace que queramos comprar lo último porque lo que pillamos hace dos días ya está pasado de moda, y las Nike TN ya no son ‘crema’ si no son el color / silueta de su última versión, aka las Air Max Plus TN Ultra.
Así, vemos como las temporadas ya son totalmente neandertales debido a las necesidades de los consumidores que exigen velocidad en los lanzamientos y en las tendencias que han ido calando en la industria, como el neón, el motorsport, la moda utilitarista, el movimiento fur free y/o la moda sostenible, el resurgir del skatewear, el tie dye o los tejidos tecnológicos.
Aquí se suman los drops de Supreme o de Yeezy semanales, las nuevas siluetas de sneakers diarias, o las colabs que en otro punto de la existencia hubiesen sido por lo menos un 80% incompatibles como Palace y Ralph Lauren. Todo ello es precisamente lo que está acelerando el ciclo más veloz de la historia, el de la inmediatez más inmediata gracias a la era ultradigital en la que todos estamos conectados desde (casi) cualquier parte del universo.
Aquí la reflexión es: ¿hasta qué punto va a llegar todo esto si el ciclo ya no se puede detener? Estamos en modo sick con la moda y sus drops, con seguir la tendencia hasta de influencers virtuales o de nuevas referencias del streetstyle que incluso llegan a tener 11 años como el diseñador Golden Fly. ¿Se relentizará cuando estalle la burbuja streetwear o no?
En medio de esta gran adicción, ya a principios de año presenciamos el gran movimiento nómada en la moda en el que las firmas más influyentes del planeta como Gosha, LV, Burberry, Céline o Dior cambiaban de direcciones creativas y se renovaban con una visión actualizada. A la par, vamos viendo como millones de firmas DIY se suman a la movida, inyectando su propuesta en una escena de excesos, de materialismo y de un movimiento totalmente ‘speedtado‘ que puede explotar en cualquier momento. Ahora no me regales rosas, dame dinero.
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