“Están esperando a que nos matemos y, lo peor, es que tienen razón”
A 4 minutos a pie del Museo del Prado, a 5 del Thyssen y del Reina Sofía, en pleno centro turístico de Madrid, hay una acampada tipo festival que parece un anuncio malo de Decathlon. La cosa no tiene puta gracia si te acercas un poco. Por eso no te acercas; ¿verdad? Pues como seguramente no te vas a acercar te lo enseño yo y ya está.
La verdad es que yo soy igual. También he saltado por encima de peña sobada en la calle. También he pasado de algún vagabundo. También he pensado que la peña que está en la calle es porque lo ha hecho mal en la vida. Culpable. Pero también te digo que en realidad muchas veces me he quedado con las ganas de preguntar: ¿Qué coño te ha pasado, tío? ¿Cuál será la historia de este o de esta?
Pues en eso justo es en lo que pensaba cuando le dije a mi colega Pablo que si nos pasábamos a ver por qué coño un grupo de unos 200 “sin techo” llevan seis meses metidos en tiendas de campaña.
Juan tiene su tienda justo en frente del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Buena postal. Esta es la principal razón de que hayan montado la manifestación aquí. Pensaban que igual, no sé, a alguna de las personas que trabaja en el Ministerio de SANIDAD, POLÍTICA SOCIAL E IGUALDAD se le ocurría cruzar la calle y ponerse a hablar con ellos. Incluso que, a lo mejor, decidían que había que ayudarles o algo. Primer error. Juan es el que informa sobre la razones políticas de la manifestación y tiene un discurso más o menos aprendido que obviamente empieza por un marco legislativo que la peña ni conoce ni le importa lo más mínimo. Art. 47 y 15 de la Constitución. Nos invita a sentarnos en su “salón” y se disculpa mientras hace la colada en dos cubos de basura (limpios; de los de casa).
“Nos utilizan para lo que ellos quieren. Somos un negocio.
Cáritas, Samur Social, el padre Antonio… todos viven de esto”
La verdad; me mola que no se corta nada. No es una manifestación por una causa política. Es una manifestación de peña que está jodidísima. No tienen casa, ni trabajo, ni familia (en muchos casos), ni salud (en sus distintas formas). Les quedan pocas armas. Son los últimos. Son los desheredados del estado del bienestar. Estuvimos hablando con Juan unos cuarenta minutos en los que nos dijo de todo:
“El padre Antonio nos compró tiendas y dice que lo ha organizado todo”
“Esto es horizontal”
“Aquí nos mandan lo que no quieren en ningún sitio”
“¿Que me vaya a un pueblo? Por qué no se van todos los de los pueblos. Yo tengo 5 generaciones de Madrid.”
“Somos invisibles”
“La calle mata de muchas maneras”
“Todas las entidades buscan que tengas un problema (añadido al de estar en la calle) para poder aprovecharse de ti y cobrar subvenciones del ayuntamiento, del Estado, de Europa…”
Al parecer, aquí todo el mundo se está beneficiando menos ellos. ONGs, asociaciones, curas, ayuntamiento, medios, activistas… Apuntaos el nombre de Miki Carrera. Lo vais a ver en todas las noticias. Juan me dice:
“Miki está cobrando el paro. Él tiene ambiciones políticas con esto”
Me habla de que estar en la calle es un puto trabajo. Se refiere a que los recursos están montados de tal forma que para desayunar tienes que desplazarte a una parte de la ciudad. De ese desayuno te echan y te toca conseguir la pasta suficiente para poder ir a comer a otro sitio. De ese, a la calle; a seguir buscando dinero. Etc. Etc. Además, en la calle te vuelves una persona ilegal. Todo lo que haces es ilegal. Dormir en la calle es ilegal. Mendigar, buscar en la basura, ducharte en unos aspersores… todo ilegal. La gente que te ve en la calle no te va contratar jamás. Tu familia no te visita. Tus amigos no quieren verte. A esto es a lo que se refiere con que la calle te mata de muchas maneras.
Cuando Juan y yo llegamos a este punto de confianza, dejo la libreta en su mesa de aglomerado y le pregunto si cree que esto ha servido para algo. Me dice directamente: “No ha funcionado”. Y la putada, ¿sabes cuál es? Que creo que tiene razón. Le confieso que esto tiene toda la pinta de que “alguien” está esperando a que se harten. Que a nadie le importa que estén allí. Que solo son una atracción más de la ciudad. Y también le digo que están esperando a que llegue el frío para que se vayan de ahí solos.
La conversación sigue un poco y le digo que si podemos hablar con alguien más. Subimos dirección Cibeles y nos presenta a Elo, a Cristian y a Bel. La cosa se pone un poco más turbia cuando aparece la pareja de Elo. A ver, turbio tampoco, pero nos dice claramente:
“Yo el invierno no lo paso aquí. Yo aquí no me voy a morir como el chaval ese”
Nos lleva a un árbol donde hay pegada una noticia de un chico que murió estando acampado aquí. La verdad es que ni Elo, ni Cristian, ni Bel parecen querer hablar del tema ni darle importancia. Yo la verdad es que, de forma egoísta, paso de añadir más mierda al charco. En plan; ya me está empezando a pesar la movida de esta gente. Qué puta mierda de persona soy. Lo reconozco. La verdad es que ver a Cristian y Bel me vuela un poco la cabeza. Tienen unos 19/20 años y os juro que no tienen nada distinto, a simple vista, a la mayoría de peña que puedas conocer si perteneces, o has pertenecido, a la clase media española. Lo primero que me dice Cristian es que allí no están viviendo, que “están sobreviviendo” y me pinta una escena aún más alejada de una lucha social o de una manifestación que la que me había pintado Juan. Me dice que allí hay gente de todo tipo, con problemas mentales, con adicciones, etc. que hacen que la convivencia sea chunga. Que en la calle hay gente muy jodida y que es muy duro. Y bueno, que están ahí porque no saben dónde estar. Bel tarda en hablar pero habla bastante claro:
“La familia no te ayuda. Te dice que okupes”
“Nadie te va a dar un trabajo si estás en la calle”
Si aún sigues leyendo verás que la movida no es dinámica y divertida. Ciertamente es repetitivo y aburrido. Triste. Te jodes. Lo siento; pero te jodes. Es lo que hay. No te puedo contar otra cosa. Es lo que es. La verdad es que estoy a punto de cortar la movida. En mi cabeza no paro de pensar que ya tengo suficiente para escribir algo. Que ya tengo fotos. Que no está bien plantarse allí, en medio de su vida, como si estuviese en una exposición. Y que joder, que estaban todos jodidísimos y que no veía ni una puta forma de solucionar sus problemas y eso me estaba agobiando y haciéndome sentir mal y que me quería ir. Definitivamente soy una basura de persona. En esto llega Diego.
Podría contarte toda la historia de Diego, pero paso. Además, a estas alturas esto será lo suficientemente largo como para que el scroll previo haya echado al 70% de la gente que ha pinchado en la noticia. El otro 30% se habrá ido después del primer párrafo. Seguramente a estas alturas esté solo. Por eso paso de escribir nada más sobre la historia de Diego, que era maitre, pescadero, que tiene cotizados 21 años, que es gay y eso ha hecho que le puteen durante gran parte de su vida, que perdió casi todos sus dientes por una infección y que no tiene pasta para otros dientes y que como no tiene dientes nadie le contrata. Me quedo con su mejor frase:
“A mí de la calle no me va a sacar el Estado. Me va a sacar de aquí ser marica”
Me imagino que lo que va a suceder es que ellos seguirán allí hasta que cambie el tiempo. Hasta que vuelva la lluvia. Hasta que empiece el frío. Y algunos empezarán a irse solos. Otros se irán en ambulancia. Y cuando queden pocos los echará de allí la policía a una hora en la que no pasen más que taxis por el Paseo del Prado. Sin tele. Sin fotos. Sin Miki. Sin mí. Sin nadie. Y un día todo volverá a estar como estaba hace seis meses. Y será un día frío y de lluvia en el que yo estaré haciendo lo que sea, igual que tú. Y Juan y Elo y Cristian y Diego y Bel estarán con su rutina de sin techo. Seguirán en la ciudad de los sin techo.
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Texto: Jerva ANTIFAN | @antifan_clubsocial
Fotografías: Pablo González | @hazloestudio
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