Por convención cultural el diseñador era el modisto que a partir de hilos y agujas creaba diseños de alta costura y calidad. Hoy, estos convencionalismos se han transformado en algo mas sustancioso y significativo, el diseñador ya no se presenta como un mero sujeto dibujante, un delineante de figuras humanas vestidas de tejidos finos.
La contemporaneidad de su definición se difumina y amplía las barreras transformando la reconstrucción de patrones en autoridad de obras maestras.
Los diseñadores han dejado de ser simples diseñadores para elevarse al escalafón de artistas. Los directores creativos de las grandes firmas ya no solo buscan hacer buenas colecciones, sino diseñar productos de culto y referencia que les hagan no tener un sitio en la industria y, también, un lugar en la historia de la moda. El concepto y la fuerza del mensaje deben ser potentes, pero la prioridad actual es la presencia y la permanencia y eso solo se consigue diseñando algo único que detalle su identidad y lo manifieste y que, además, sea aceptado por el resto del mundo y lo haga suyo.
La nueva estrategia de los diseñadores reside en el avance y evolución. Los modistos quieren dejar atrás ese baluarte, ese calificativo profesional para proclamarse artistas del nuevo arte, la moda. Una nueva expectativa, una nueva motivación para una profesión ciertamente estancada en la creación de ropa cada temporada, para cada desfile; un trabajo circular sin fin. Una sociedad determinada por el fast fashion, los diseñadores quieren parar máquinas, quieren realizarse y reafirmarse en su trabajo, quieren que la perdurabilidad de sus creaciones sea mayor, para ello se deben al alcance de la iconicidad y de que alguno de sus piezas llegue a serlo.
Los modistos quieren dejar atrás ese baluarte, ese calificativo profesional para proclamarse artistas del nuevo arte, la moda.
Tiempo atrás no se buscaba de manera directa, pero en la actualidad permanece constante en la mente de los diseñadores de mas experiencia y en los emergentes. Cuando Gabrielle Chanel dibujó por primera vez la famosa chaqueta Tweed, le dio forma y la creó, buscaba un cambio social una nueva manera de vestir la figura femenina sin las ataduras del corsé, su deseo ferviente era transmitir un mensaje poderoso, pero no crear una pieza icónica, pero lo consiguió. El vestido Modrian de Yves Saint Laurent pasó a la posteridad siendo un homenaje al pintor Serge Poliakoff, hoy en día este diseño se estudia en las grandes escuelas de moda. La innovación de Alexander McQueen en su colección “Nº13”, uniendo tecnología y moda.
Hoy en día parece que todo está hecho y que por mucho que nos ofrezcan todo está inventado. Por estas razones el diseñador ha pasado de ser un simple profesional de la moda a ser un artista del arte de la confección. Dar origen a la vanguardia y creatividad original debe de ir acompañado de un mayor reconocimiento, no solo propio de los diseñadores sino del resto del sector. Hoy podemos hablar de artistas de la moda.
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