En el año más extraño e imprevisible para la industria de la moda, Raf Simmons y Miuccia Prada unieron fuerzas para dar una nueva dirección a la firma italiana. El resultado ha despertado reacciones de todo tipo. A nosotros nos ha dejado un poco a medias.
Las expectativas que había puestas en la colección debut del nuevo Prada de Raf y Miuccia eran altísimas. Que dos genios de su dimensión decidan cohabitar bajo el mismo emblema es algo bastante inusual, por no decir único. El éxito cosechado por el belga al frente de Dior, Calvin Klein o Jil Sander, así como en su firma homónima, alentó a la heredera de Prada a sumarlo a su proyecto.
Ayer se desveló en qué habían estado trabajando Raf y Miuccia estos últimos meses. Presentado en streaming por aquello de la pandemia, un espacio yermo y desnudo, en el que destacaban unas cortinas drapeadas en tono amarillo y un suelo de moqueta peluda a juego, recibía a las propuestas para SS21. Los dos diseñadores, debutantes como dúo, tuvieron el romántico detalle de seleccionar para la ocasión a un grupo de modelos que jamás había desfilado en fashion week. A su salida de backstage, aparecía el nombre de cada una de ellas en las pantallas colgantes dispuestas en el espacio junto a las cámara que grababan cada instante. Un bonito recuerdo que seguramente ayude a más de una a dar el salto a esta compleja plataforma.
En lo referente a los diseños presentados en el día de ayer, sentimientos encontrados. A simple vista, recordaba a la estética de Off White en 2019 y 2020. Los cortes de marcada geometría, el exceso de branding, los estampados propios del utilitarismo e incluso los agujeros presentes en algunas piezas, fueron un detalle destacado en la firma de Virgil en colecciones recientes.
Las prendas exteriores que portaron las modelos agarradas en el pecho, así como muchos de los looks, emulaban a la propia Miuccia. Su construcción fluida y los patrones elegidos recuerdan mucho a la esencia de Raf Simons. La selección del nylon como material principal es símbolo inconfundible de la casa milanesa. La presencia masiva de su icónico logo triangular y la aplicación de patrones y estampados históricos rescatan esa identidad inconfundible de Prada. La joyería diseñada para la ocasión también hizo gala del orgullo por su identidad corporativa.
La propuesta de calzado nos trae puntas afiladas e interminables, tacones bajos y una llamativa lengüeta en el empeine, como si de una sneaker se tratase. Atrás quedan los tiempos de siluetas monstruosas y plataformas infinitas.
En cuanto a los accesorios, más allá de la joyería que citamos, Prada nos trae una selección de bolsos de mano que serán básicos la primavera que viene. Su apuesta por lo monocromático, los diseños limpios y de líneas muy reconocibles huele a caballo ganador. En este apartado, destacar también la inclusión de mochilas incrustadas en las propias prendas. Y todo ello al son de la producción de Richie Hawtin, que puso la banda sonora a este también muy sonoro estreno.
Hay que ver evolucionar esta alianza y qué camino deciden coger. Por lo pronto, vemos un consenso en el aporte de sus identidades y una apuesta por diseños de inspiración urbana y con una clara ascendencia a lo atemporal. No nos ha vuelto locos, pero confiamos en que sus propuestas irán in crescendo.
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