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¿Dónde están las mujeres en el mundo del streetwear?

Sneakers con tallaje exclusivamente masculino, ausencia de voces femeninas en la narración de campañas, publicidad de hombres y para hombres.

Sneakers con tallaje exclusivamente masculino, ausencia de voces femeninas en la narración de campañas, publicidad de hombres y para hombres y un desconocimiento alarmante de los grandes nombres de mujeres cuya labor ha sido clave en el crecimiento del streetwear.  Analizamos cómo está el panorama de esta cultura y negocio en cuestión de género.

No es nada revelador afirmar que vivimos en un mundo dominado por hombres. La cultura y el negocio streetwear no son la excepción de la regla, y si nos proponemos lanzar al azar nombres de los más influyentes en este terreno nos daremos cuenta de que se nos vienen a la cabeza muchos más nombres masculinos que femeninos.

Mucho antes de que fuera una industria global, la moda urbana era un reducto alternativo, antimainstream: una subcultura en la que las mujeres pusieron algunos de los pilares clave en cuestiones estéticas. Chloë Sevigny, Rosie Perez o Neneh Cherry fueron algunas de las pioneras que en los 90 comenzaron a tejer las bases estilísticas de lo que hoy día es un gigante a nivel mundial. Y sin tan siquiera usar la palabra «streetwear».

Con el tiempo, los intereses económicos hicieron su función, y el streetwear se internó poco a poco en un terreno mucho más comercial hasta acabar convirtiéndose en un gran negocio donde, como en todo proyecto empresarial, vender era el objetivo número uno. La estética urbana tenía que pasar por una serie de procesos para hacerla mercantilizable, y en este camino entraba en juego un factor clave: el público. Si el streetwear ansiaba que sus productos tuvieran éxito en el mercado, necesitaba una garantía de ventas a nivel global. Y en una sociedad patriarcal, el target siempre tiende hacia los hombres como perfil estándar.

Los obstáculos y las barreras tradicionales con que las mujeres siempre se encuentran en el mundo empresarial fueron muy determinantes. Poco a poco, los procesos de negocio las fueron dejando relegadas a una presencia minoritaria. En un mundo controlado por hombres, el streetwear siguió las pautas y los principios imperantes para consolidar su hueco entre las ideas de negocio de alto potencial y las grandes empresas.

Afortunadamente, parece que estos patrones están cambiando. Compañías y marcas como Nike, adidas, Converse o Puma parecen haberse dado cuenta de las oportunidades que se pierden dejando a las mujeres fuera del juego. Los modelos de conducta, los hábitos de compra o la presencia de elementos identificables con lo femenino son algunas de las dinámicas que presentan o que influyen de una manera diferente en las mujeres, por cuestiones de identificación, sociabilización y culturización.  Aspectos que están empezando a tenerse en cuenta. El camino es lento y fangoso, pero al menos ya hemos puesto el primer pie.

Las noticias parecen alentadoras. Diversos analistas aventuran que en un futuro existirá una mayor colaboración entre hombres y mujeres en la industria y que se consolidará la presencia femenina en todos los ámbitos y departamentos. Una mayor concienciación feminista y el darse cuenta del potencial de ese gran sector de audiencia ignorado han sido claves para dar marcha a este proceso de integración.

X-Girl o Hysteric Glamour han marcado hitos históricos en este terreno. Pero la dinámica actual general es que las personas que toman las decisiones determinantes en las grandes marcas no son nunca mujeres. Y sus acciones son apenas reconocidas: todos conocen a James Jebbia, pero pocos pueden presumir de haber escuchado tan siquiera el nombre de Mary Ann Fusco, quien fundó junto a Jebbia Union NYC. Tampoco muchos conocerán a Pauline Takahashi, una de las grandes líderes de diseño de Stussy y creadora de la boutique Funkeessentials de LA.

Queda mucho por hacer, pero la huella femenina en la cultura urbana se está haciendo poco a poco más notable. Sin embargo, y aunque ese objetivo de aumentar la presencia de las mujeres se está alcanzando, las motivaciones para lograrlo por parte de las empresas parecen sospechosas. ¿Está este proceso movido por una verdadera concienciación feminista, por un interés de integrar a la mujer en el negocio, o se trata simplemente de una estrategia empresarial para vender más producto y alcanzar a más audiencia?

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