Con el estreno de Bohemian Rhapsody, repasamos la estética del rey de Queen.
Un espeso bigote, una dentadura inclinada hacia delante, camiseta blanca de tirantes apretada, tejanos vintage ceñidos y adidas por el tobillo evocan la imagen de Freddie Mercury, retratada minuciosamente en la última película sobre la banda inglesa Queen, Bohemian Rhapsody. Una imagen masculina, sí, pero pionera y abiertamente gay.
Este era Mercury en el día a día, pero los atrevidos y artísticos vestuarios con los que electrizaba cada concierto fueron mucho más que simples looks en el escenario. El mismo rey de Queen lo tenía claro: “Me divierto con mi ropa en el escenario, no es un concierto lo que estás viendo, es un fashion show”, dijo para la revista Circus Magazine en el 77.
Un mono entero de lentejuelas plateadas, de rombos o con plumas, una chaqueta de cuero amarilla con el pecho al descubierto, la corona de la reina, o una blusa con mucho vuelo a modo de disfraz de ángel son solo algunos de los looks más memorables de Mercury. Trajes que representaban al propio artista: con ganas de triunfar, de romper las reglas y de hacer las cosas como a uno le salgan de dentro.
Es por algo por lo que, muy en los inicios del grupo, habló de si mismo diciendo que “no voy a ser una estrella, voy a ser una leyenda”.
Desde David Bowie a Lady Gaga, son incontables los artistas y la gente de a pie que se dejaron influir por esta estética, que se convirtió en la representación social de la moda contemporánea en los 70 y 80. El “vístete como tu quieras” que proclamaba Mercury acogió con los brazos abiertos los jóvenes LGTB en una época en la que la represión estaba dejando de serlo.
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