Tras unos inicios bastante disruptivos y un poco anti-natura para la herencia de la maison parisina, en los que el streetwear y la reinterpretación de sus nuevos clásicos fueron bandera de Abloh, FW20 se presenta bastante recatado y refinado, con la sastrería como eje vertebrador de un aparente cambio de rumbo para Louis Vuitton y su Director Creativo masculino
Los últimos meses han sido, como poco, convulsos para Virgil Abloh. Tras ser diagnosticado con fatiga extrema debido a su inabarcable agenda de tareas en Off White, Nike, sus DJ sets y, obviamente, Louis Vuitton, además de su exposición «Figures of Speech».
Pero no sólo su cuerpo se resintió de tanto trajín, sino que su capacidad creativa sufrió de manera ostensible su situación y lo vimos reflejado en las últimas colecciones de su firma de streetwear y en las de la casa gala, llegando al punto de no distinguirse el discurso de una y otra. Cuando trabajas en esos niveles, cada detalle se analiza con un nivel de escrutinio voraz y ya había voces en la industria que ponían en duda la capacidad del diseñador americano para estar a la altura de la exigencia.
Sin embargo, y a pesar de que la colección de Off White de FW20 fue una decepción para muchos, en su trabajo para Louis Vuitton ha conseguido salvar el match ball y coger un poco de oxígeno. Aunque no podemos obviar el hecho de que, una vez más, la estética de ambas firmas vuelve a ser bastante similar, pues el cambio de discurso ha sido en la misma dirección para las dos. Algo es algo.
En esta última retahíla de propuestas, Abloh (como parecen estar haciendo muchos otros diseñadores para el invierno que viene) apuesta por la sastrería como protagonista de su colección FW20. Una sastrería que explora distintos cortes y estructuras, con reminiscencias del utilitarismo pero que no pierde la esencia del clásico traje masculino de dos piezas. A esto suma los que parecen los que serán los estampados temáticos de esta temporada, llenando de cielos azules con blancas nubes a los «Show de Truman» y, por otro lado, de aplicaciones de Swarovski algunos de los diseños para el invierno de este inicio de década.
Por otra parte, apreciamos una paleta neutra, bastante suave, pero salpicada de piezas en un rosa neón ya visto anteriormente en las colecciones de Virgil para Vuitton y la aparición de pelo en ciertas piezas allí presentadas. Otro de los detalles más llamativos fue la aparición de volantes en chaquetas y camisas, muy folclórico todo vista la sobriedad del resto de creaciones. Sin duda, la pieza que más cuellos giró fue el abrigo de aviador con el famoso monogram de la maison grabado por todo el exterior de la misma. Espectacular.
En el apartado de accesorios y calzado, el de Rockford vuelve a no defraudar. En esta ocasión ha optado por dar una cierta plasticidad y ergonomía a los diseños que pertenecen a la gama de Nuevos Clásicos de Marc Jacobs. El Keepall vuelve a ser protagonista en distintas versiones, bien deformado, bien acolchado, bien modo peluche, bien con el estampado de cielo y nubes… Otro de los favoritos de Virgil es el Steamer y una vez más lo ha reimaginado en diferentes vertientes creativas.
Una vez más, el creativo detrás de «The Ten» nos presenta su selección de rígidos en varios tamaños y diseños, dotando a la colección de esa elegancia única que estos populares accesorios han adquirido en los últimos tiempos entre el público masculino.
Virgil parece haber dado un giro a la situación que le acuciaba, pero tiene pinta que aún tiene que conseguir separar la inspiración para Louis Vuitton de la de Off White.
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