La maison Alaïa ha celebrado su tercer desfile desde que se hiciera oficial el nombramiento de su nuevo director creativo, Pieter Mulier, en las instalaciones de su nueva tienda situada en París, en la famosa calle Faubourg St. Honoré, que por cierto se encuentran de obras y a punto de terminarse. Allí fue donde se desveló la colección de Primavera 23 de la firma.
El aire industrial y elegante que predominaba en la localización encajaba perfectamente con la tercera propuesta de Mulier, que definió como ruda y elegante al mismo tiempo.
Los encargados de abrir el show fueron una serie de bodys en capas de seda casi transparente, elástica y de diferentes colores. El primero de ellos irrumpió con éxito en la sala, con un único piercing en el pezón en forma de gota de perla en trompe l’oeil y resaltando la figura de la mujer. Recordemos que este rasgo se convirtió en una de las claves del éxito del gran Azzedine Alaïa, que interpretó el cuerpo de la mujer como muy pocos saben.
Este concepto continúa en la visión de Pieter, aunque un poco más actualizado, al igual que los looks que se presentaron. Algunos de ellos llamaron la atención por los drapeados o los fruncidos, que a Mulier le hacía ilusión probar, ya que en sus anteriores trabajos en Dior o Calvin Klein no tuvo la oportunidad, por los trozos de cachemira hervida con los que estaban hechos los vestidos envolventes y por ofrecer una nueva versión de cuero negro perforado casi como paillettes. Lo mismo ocurrió con el calzado, concretamente con las botas de pelo largo esposadas con enormes brazaletes metálicos sobre tacones de lucita cúbica o los tacones de aguja de laca negra con forma de piernas de mujer desnuda que recuerdan a los diseñados por su fundador en 1992.
No sabemos como, pero Pieter Mulier ha conseguido hacer que lo complejo parezca algo espontáneo y que Alaïa vuelva a brillar como lo hizo en su día.
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