Tras sus controvertidas declaraciones en las que aseguraba que el streetwear había pasado a mejor vida, Virgil Abloh, posiblemente el responsable del imparable auge de esta tendencia en los últimos años, se alía con el diseñador japonés Nigo en una colección junto a Louis Vuitton en la que fusionan sastrería y streetwear a partes iguales. ¿Donde dijo digo, dice Diego?
A nadie se le escapa que Virgil no vive sus días más lúcidos creativamente hablando. Lo que prometía ser una época histórica para el mundo de la moda da la sensación de que se ha ido diluyendo cual terrón de azúcar en té Darjeeling. Sin duda, el impacto que causó la aparición de Off-White y cómo cambió la perspectiva en torno a una cultura – la urbana – provocó el surgimiento de firmas del llamado «streetwear de lujo» así como que las casas más emblemáticas desarrollaran piezas con marcada influencia callejera. Así nació el Athleisure, llegó el boom de la uniformidad y el techwear, la irrupción del Utilitarismo o la estética montañera. Todas estas propuestas de cortes desenfadados y muy alejadas de las ideas que fueron los cimientos de totems como Prada, Dior, Burberry, Balenciaga o la propia Louis Vuitton estallaron con la erupción del volcán Off White.
La latente cultura sneaker y el gusto por lo casual derivó en la exitosa arribada de firmas como Heron Preston, Vetements, Palm Angels, ALYX o A COLD WALL que nada tenían que ver con los fundamentos de los que «inventaron» esto de la moda. Virgil Abloh les abrió la puerta a todos. El de Rockford alimentó a una generación ávida de cortes relajados y de diseños para el día a día pero con el estatus y la calidad de las firmas con las que vestían las generaciones anteriores. El lujo volvió a nacer, esta vez en forma de camisetas, tracksuits y gorras.
Quizá fuera por la influencia de su maestro Kanye West, o por un círculo social en el que encontrabas a todo rapero y celeb que se preciara, Virgil (@virgilabloh) subió a los altares de la industria y se convirtió en el rompehielos – en cuanto a visibilidad – de una nueva generación de creativos entre los que encontramos a su amigo Kim Jones (a los mandos de Dior tras dejar LV) o Kerby Jean-Raymond en Pyer Moss entre otros. Todo este conjunto de factores despertaron en los millennials – una generación que aprecia la calidad por encima de la cantidad y busca reventar su IG con outfits fresh como papaya – esa necesidad de llevar sus looks al siguiente nivel. Camisetas de edición limitada, sneakers colaborativas en reventa por 5 veces su precio retail, la aceptación de una pinta que hasta entonces era propia de barrio bajo y con un estigma social importante reventó la cultura del lujo. Ninguna firma de las tradicionales había mostrado apenas interés en esta estética y hoy llenan sus desfiles con zapatillas y piezas deportivas.
Esta ascensión fulgurante y una agenda histérica provocaron el precoz colapso físico y mental de Abloh, llegando a retirarse del ojo público varios meses por agotamiento. A su vuelta, comprobamos que sus últimas colecciones al frente de Louis Vuitton (@louisvuitton) y Off White (@off___white) llegan a confundirse, da la sensación de haber llegado a su techo creativo, de no ser capaz de discernir entre el imaginario de la maison gala y su marca. Varias voces han apuntado incluso a que acabará por ceder la dirección creativa de una de éstas. En esos días el diseñador, arquitecto y DJ afirmó en una entrevista que «el streetwear había muerto». El terremoto fue de escala 10 entre fans y compañeros. Él, el precursor de una nueva era afirmaba que ésta había llegado a su fin de manera prematura. Sus últimos shows con las dos firmas que dirige mostraron un evidente cambio de rumbo hacia el tailoring, una estética clásica contemporánea y avivó ese fuego que él mismo encendió.
Pues ya ha resucitado. Resulta que no estaba muerto, que estaba de parranda. Tras el lanzamiento de la cápsula junto al diseñador nipón Nigo de marcada apariencia urbana pero bajo fundamentos de sastrería, el de Illinois decía que «fue inocente al predecir la muerte del streetwear». Según su nueva versión, él quería decir que «el streetwear muere y renace continuamente» y que «el tailoring diseñado por Nigo y por mí son un ejemplo de esa regenaración». Baia baia…
El vivo al bollo y lo del muerto era un rollo.
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